Descripción o resumen: Esto es el fin, pensó el sacerdote, con una especie de escalofrío interior. Como independientes de él —dos palomas—, sus manos revolotearon en el aire limpio de la mañana y fueron a juntarse sobre el misal. Había en ellas una suerte de nimbo blanco: el reverbero del sol recién amanecido, bajo cuyo toque se tornaban difusos los contornos, produciendo un eco de luz que traía a la memoria la imagen del Espíritu Santo. Pero el sacerdote no pensaba en el Espíritu Santo, ni en palomas. Pensaba: No tengo escapatoria.